Querido amigo:
Sé que ha sido un alivio para ti, un pequeño balón de oxígeno, en medio de las dificultades, el que se hayan convocado elecciones para el 20 de noviembre, poniendo fin a esta agonía. Sé que esa decisión obligada te habrá hecho renacer un punto la esperanza de que se entre en el principio de las soluciones. Tu que fuiste hasta La Moncloa a pedir esas elecciones.
Sacando fuerzas de flaquezas has llevado una lucha denodada que no se te ha reconocido. Has mostrado un coraje que no ha tenido reconocimiento. No lo buscabas, pero es de justicia que tu mérito sea reconocido.
Has sido silenciado y ninguneado por todos, por tirios y troyanos, por quienes, de una u otra facción de la casta parasitaria, tienen todos los resortes del poder en sus manos y la capacidad de dictar muertes civiles, después de utilizar esfuerzos ajenos o simplemente en defensa de esos privilegios a los que están tan apegados y que están hundiendo a toda una sociedad.
Has sido silenciado y ninguneado por todos, por tirios y troyanos, por quienes, de una u otra facción de la casta parasitaria, tienen todos los resortes del poder en sus manos y la capacidad de dictar muertes civiles, después de utilizar esfuerzos ajenos o simplemente en defensa de esos privilegios a los que están tan apegados y que están hundiendo a toda una sociedad.
No quiero que falte mi humilde agradecimiento, y mi reconocimiento, a todo lo que has hecho, desde el anonimato, desde la dignidad.
Verás cuantos hablan ahora de Regeneración como si les acabara de ocurrir a ellos, con completa falta de decoro. Comprobarás cuantos proclaman ahora nuestras ideas, como si las hubieran descubierto tras sesudas reflexiones. Los mismos que nos han silenciado. Los mismos que te han dado la espalda. Ahora es un clamor que hay que acabar con las autonomías, que partidos y sindicatos han de financiarse de sus afiliados, que el Senado no sirve para nada y ha de cerrarse, que es preciso reformar la Ley electoral, que no se debe dar dinero público a los banqueros... Y tantas cosas, que tu y yo hemos defendido rompiendo la indiferencia de la calle, yendo en la vanguardia, aguantando con la mejor de las sonrisas etiquetas y descalificaciones, por los mismos que ahora hacen suyas, con descaro y completa falta de pudor, esas ideas.
Como es justicia, trabajaré para que la sociedad reconozca tus méritos. Sé que te da lo mismo con tal de ver un mañana despejado de libertad. Pero te lo debo.
Fuerza y honor
Enrique de Diego
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