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Un gesto valiente, decidido y que supondrá un freno a las ambiciones de esa marca blanca de ETA que hace llamarse Bildu. El Partido Popular, después de la bobería que le dio en las elecciones autonómicas del 22 de mayo donde se las tuvo tiesas con la Unión del Pueblo Navarro, su socio natural de toda la vida, ha suscrito un acuerdo para concurrir en sólida coalición y perfecta armonía con los regionalistas de esta comunidad. Las encuestas, es verdad, ayudan a pensarse seriamente hasta qué punto estaban unos y otros dispuestos a arriesgar. Unos, los del PP, porque todo escaño puede ser poco para la mayoría absoluta y los de UPN, porque corrían el riesgo de quedarse sin voz en el Congreso.
Es evidente que Mariano Rajoy erró, y mucho, en su estrategia de antaño de querer montar un PP en una región donde se habían mantenido excelentes relaciones con la formación de Yolanda Barcina. Eso no sólo supuso que ambas formaciones acabasen perdiendo, sino que encima se había dado la posibilidad más que real de que la serpiente etarra volviera a instalarse cómodamente en las instituciones de Navarra. Por lo pronto, Bildu ya consiguió penetrar someramente en este territorio y eso siempre es peligroso porque sabemos cuál será la consecuencia inmediata en cuanto tenga más poder, la extorsión y el tiro en la nuca.
El PP deja a un lado los personalismos, las ambiciones y querer ser el perejil de todas las salsas para volver a la senda de la coherencia. Es verdad que en Génova 13 ya se está preparando un programa serio, mucho más allá de las propuestas mitineras y el hecho de que Rajoy tiene más que serias posibilidades de ser el próximo presidente de España lo demuestran gestos como éste. La guerra civil entre los dos partidos era más que evidente, incluso con puñaladas traperas dentro de la nueva legislatura municipal. Sin embargo, haciendo caso por una vez a los estrategas de campaña, a esos asesores que están para algo más que vestir caros trajes y tener una nómina sideral, los populares aceptan que tienen que llegar a acuerdos con esas fuerzas afines que defienden su comunidad, pero que también tienen clara la idea de la unidad de España.
Alguien podría pensar que el gesto de Rajoy es una bajada de pantalones, pero nada más lejos de la realidad. Es recuperar la vía de la concordia, del consenso. UPN ha sido un socio fiel en los últimos años del PP y, lejos, desde luego, de las actitudes pedigüeñas de ERC, CiU, PNV, CC o BNG, formaciones todas que han sangrado al Estado con sus reivindicaciones y con un Zapatero presto a dar hasta lo que no tenía con tal de seguir ahí, gorroneando en la Moncloa, en La Mareta y en Doñana. Por eso, aplaudo el pacto PP-UPN, porque es de justicia.
Juan Antonio Alonso Velarde
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