miércoles, 7 de septiembre de 2011

Artur Mas actua como un GOLPISTA y un NAZI


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Artur Mas se ha situado en la posición de desacato. Es un gravísimo pulso al Estado de Derecho al que no está respondiendo un Gobierno débil y en derribo, cuyo partido sostén en Cataluña, el PSC, ha cerrado filas con los separatistas y los golpistas.

Aunque en esta España que Zapatero y Rubalcaba han deteriorado hasta hacerla irreconocible, actuando incluso de lacayos de los terroristas, la verdad se ha hecho hiriente, el aliñado Artur Mas está actuando como un golpista, rechazando la jurisdicción de los tribunales y saltándose a la torera las sentencias. El Estado de Derecho es lo que diferencia la democracia del totalitarismo, la civilización de la barbarie, y Artur Mas está apostando por el totalitarismo y la barbarie, está cruzando, con notoria irresponsabilidad, las líneas que conducen a esos cenagales.

No se trata de una cuestión de catalán versus español, pues el castellano lo han enriquecido todos los españoles y se ha utilizado siempre en Cataluña, como denuncia el protototalitario Prat de la Riba en “La nación catalana”. Se trata de dos cuestiones básicas, nucleares: de la libertad personal, que implica la capacidad de elección, y del Estado de Derecho, que obliga a respetar los derechos personales, tutelados por los tribunales.

Es notorio que Artur Mas continúa una trayectoria de lesiones a los derechos personales que están en la entraña del nacionalismo catalán, que bebe en las mismas fuentes de las que surgió el nazismo, y actúa con terrible coherencia. La principal fuente de la que bebe el nacionalismo catalán es de Fichte con su “Discurso a la nación alemana”, libro en el que identifica nación con lengua. Libro y tesis que también inspiraron al nazismo que identificaba nación con raza y lengua (el nacionalismo catalán primigenio también reivindicó la raza, como ha señalado ese gran hombre de la libertad que es Francisco Caja) y que llevó a delirios como prohibir la literatura de Heine o que los judíos utilizarán el alemán.

El nacionalismo catalán pisotea la libertad personal y los derechos personales con impronta y obsesión totalitaria, porque teme que dejando elegir el catalán no tuviera respaldo y porque en su delirio y ensoñación separatista cree que persiguiendo a los castellano-parlantes reforzará la identidad catalana, hasta hacer la ruptura con España inevitable. Por eso llega a desafueros patéticos como cerrar urgencias y ambulatorios mientras mantiene embajadas y todo el entramado de imposición lingüística. Nada importan las personas porque el nacionalismo de estado nacional pertenece a la reaccionaria y regresiva mentalidad del orden tribal y piensa en colectivos a los que concede carácter antropomórfico.

Lamentable es también la deriva separatista que está sufriendo de manera muy acentuada en su patente declive el PSC y que ha llegado a que José Montilla y –lo que me parece mucho más grave e insultante- la ministra de Defensa del Gobierno de España, Carme Chacón hayan respaldado el desacato golpista. Este odio a España y a la libertad lo pagarán muy caro el PSC y el PSOE en las urnas.

El totalitarismo corrompe las mentes. Ya decía Prat de la Riba que el sentimiento nacionalista es el odio. Odio a la libertad personal, odio al Estado de Derecho, odio a España porque, aquí y ahora, España y libertad son sinónimos.

Enrique de Diego
 

Twitter: @dediegoafondo

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