Sólo desde la libertad, desde el riesgo creador, desde el incentivo al mérito, el espíritu de trabajo y la superación al servicio de los demás, sólo desde la recuperación de los principios de la sociedad abierta podremos salir de la crisis.

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Sólo situando a la persona en el centro de la actividad social y política podremos sobrevivir y retomar la senda del progreso, abriendo las amplias alamedas a las oportunidades para los jóvenes, ahora ninguneados y abocados al fracaso personal.

Sólo con más sociedad y menos Estado, con mucha más sociedad y mucho menos Estado, con menos regulaciones e impuestos, con menos gasto despilfarrador e ineficiente del dinero del contribuyente, podremos ser una sociedad dinámica, creativa, abierta a los talentos.

Sólo erradicando la cultura de la subvención, con sus directos efectos perversos de la corrupción, la picaresca y el clientelismo, podremos recuperar la pérdida dignidad de ciudadanos.
  
Sin un rearme moral y una regeneración política no habrá salida y los males de la crisis serán cada vez más profundos.

Necesitamos sindicatos de afiliación voluntaria y financiados por sus cuotas, partidos de relación fluida con una sociedad civil fuerte y organizada, desde esa primera empresa y ese núcleo de ayuda mutua y formación personal que es la familia.

Desde los valores absolutos y objetivos de vida, libertad y propiedad puede y debe edificarse una nueva sociedad que genere trabajo.

Rearme moral y regeneración política, he ahí las dos claves para el fortalecimiento de una sociedad civil ahora anémica y fagocitada, llevada al marasmo por castas parasitarias depredadoras.