miércoles, 12 de octubre de 2011

En 1996 publiqué " PRIVATIZAR LAS MENTES "

 
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En 1996 publiqué Privatizar las mentes. Releído con el tiempo, tiene plena vigencia. Confirma que la reflexión que me ha llevado a fundar la Plataforma de las Clases Medias en 2007 tiene un amplio tiempo de gestación. En Privatizar las mentes está incoado El manifiesto de las clases medias, es su precedente.
   Vio la luz gracias a la benevolencia de Ediciones Internacionales Universitarias, de la Universidad de Navarra, y por el impulso de su entonces director, Dámaso González, que leyó el manuscrito y dio el visto bueno a su publicación. Le debo un completo agradecimiento del que quiero dejar constancia pública. Atravesaba una pésima situación laboral –estoy muy agradecido a mis mediocres enemigos de entonces, a los que tenía por amigos- y la publicación fue un auténtico jirón en la tormenta.
   Hice una presentación ante un auditorio de tres personas. Con ilusión, me fui con Privatizar las mentes a la Feria del Libro. No firmé un solo ejemplar. Por la megafonía del recinto, además, indicaban que estaba en la caseta correspondiente dispuesto a estampar mi rúbrica en el libro ‘Privatizar los montes’. En algún momento del proceso informativo, alguien había considerado que privatizar algo tangible como los montes tenía lógica, mientras que privatizar las mentes era un despropósito. De alguna manera, la anécdota era la plena confirmación de lo acertado de la tesis del libro. Fue un completo fracaso editorial y lo siento por quien apostó por el manuscrito. Sólo se vendieron tres centenas del título y la Editorial terminó pidiéndome permiso para reciclar en papel los mil ejemplares sobrantes.
   Asumí mi responsabilidad y lo intenté. Lo importante es la lucha. El éxito es una ordinariez con sus groseras tentaciones. Daba la voz de alarma de que no se estaba desmantelando el comunismo, sino que el Estado avanzaba en las sociedades abiertas. “El libro –indicaba- trata de educación y cultura porque los dos nudos gordianos desde los que se impone el silencio y se legitima la mentira: la adoración al Estado”.
   Añadía que “el rigor intelectual y la ética –buscar el bien para nuestros semejantes- impone certificar el fracaso de nuestro sistema educativo y de nuestra Universidad” y también que “el Estado de bienestar se presenta como un nuevo Muro que sacrifica a una sociedad de prebendas los legítimos proyectos vitales de los jóvenes, y que a través de una enseñanza estatalizada intenta imponer en las mentes el conservadurismo de una España imposible, la adoración a un Estado ineficaz, conflictivo y fundamentalista que queriendo arreglarlo todo está estropeando lo esencial”.
   Consideraba de nefastas consecuencias para el futuro la estrategia que entonces empezaba de meter a la cultura en los Presupuestos. “La socialdemocracia, como autoritarismo benévolo, considera igualmente la cultura como un atributo del Estado. Si los hombres de la cultura legitiman las subvenciones a sí mismos, la contrapartida inmediata es legitimar la cultura de la subvención y al Estado que subvenciona”. De esa manera, establecía que “una de las exigencias de la regeneración democrática nacional es devolver la cultura al mercado, al ámbito de las decisiones libres”.
   Avizorando lo que ha llegado después como terrible consecuencia lógica sentenciaba que “no estamos ante una crisis coyuntural, sino estructural. Es la crisis del Estado de bienestar. Paralelamente a la caída del muro, la realidad impone igualmente la ruina de la socialdemocracia. Pero la mentalidad conservadora es especialmente fuerte para negar la realidad y para pedir responsabilidades a otros sin aceptar las propias”.
   Situaba la suicida estatalización de la enseñanza como la causa de la progresiva perdida de calidad: “una de las consecuencias más graves del monopolio estatal de la enseñanza es el descenso de la calidad sobre cuyos niveles ha empezado a dispararse la alarma”. Pero “la peor consecuencia es la estatalización de las mentes. Los niños españoles se educan en el ambiente de que el Estado paga, subvenciona y tutela”.
   “Los valores de adoración al Estado, el consenso socialdemócrata, son transmitidos a través del proceso educativo. Desde la cuna a la tumba, los jóvenes son preparados por profesores estatales en porcentajes ampliamente mayoritarios. La burocratización de las mentes es el hábitat natural de ese mundo educativo, en el que los docentes sin incentivos, sin competencia, sin riesgo, defienden los privilegios de su situación: la estabilidad en el empleo y la seguridad del Estado intervencionista. El sistema conspira a favor de la mediocridad. La competencia ha ido siendo eliminada de los alumnos, porque tampoco existe en los profesores ni en los centros”.
   Algunas afirmaciones contenidas en Privatizar las mentes  suenan proféticas. Pero eso es un espejismo, fruto de la ocultación general y del dominio de la mentira oficial e interesada, porque los efectos perversos de una situación encallada, del fracaso del intervencionismo era perfectamente previsible. “El Estado tal y como lo conocemos no es sostenible. O la evolución se produce desde la mentira o desde la claridad y la pedagogía. No puede mantenerse un sistema de Seguridad Social ni tampoco un sistema de pensiones”.
   El aspecto fundamental de El manifiesto de las clases medias, el expolio de los activos, estaba ya intuido y explicitado: “El viejo mito simplificador de las dos Españas, que hasta el momento había tenido una raíz ideológica, se ha trastocado en una realidad palpable: media España vive de lo que produce la otra media. El Estado de bienestar no está en un estadio intermedio de su evolución sino que ha llegado a la culminación de su contradicción interna”.
   Me enfrentaba y oponía al Premio Nobel de Economía, Gary Becker, quien consideraba que podía alcanzarse un equilibrio entre las etapas de intervencionismo y las de liberalización. Consideraba que ese equilibrio estaba roto por completo y que tal disyuntiva acomodaticia no tenía base en la realidad. “El equilibrio se rompe por todos los lados, sin que el conservadurismo instintivo creado en las mentes por el estatismo pueda resistirse a la evolución. El mismo envejecimiento de la población, el mismo avance de la medicina que ha permitido una mayor esperanza de vida y la existencia de un porcentaje de población en la cuarta edad –por encima de los ochenta años- empeora las posibilidades de los bienintencionados estatistas. Ese envejecimiento eleva los gastos del sistema estatal de pensiones y del sistema sanitario. En una nueva ironía, los partidos socialdemócratas se han situado en la vanguardia de la defensa de la eutanasia, como una demostración más de que la fórmula produce violencia”.
   En lo relativo a España, indicaba que “los españoles han crecido acostumbrados a un paisaje de edificios megalómanos y aparentemente sólidos de todo tipo de instituciones públicas. El Estado es el paisaje natural de sus vidas y sus calles. Está ahí como si fuera la realidad más sólida en un proceso permanente de expansión. Han sido educados para amar al Estado. En las mismas campañas electorales los partidos –todos los partidos- se preocupan muy mucho de no poner en cuestión las bases del sistema, que no son otras que las del Estado de bienestar”.
   Consideraba que “el PP no ha roto con el consenso socialdemócrata” y a tenor de que estaba formado por políticos profesionales no tocaría las bases del sistema. “Sociológicamente, la derecha que llega al poder ha sufrido un distanciamiento de la sociedad civil española, mal articulada por la tutela estatal. Los cuadros de la derecha han provenido de los sectores educados en la adoración y el servicio al Estado, pero siempre había un porcentaje de políticos provenientes del ejercicio profesional que canalizaban la relación con la sociedad civil. Las incompatibilidades y el proceso degenerativo de la política como profesión y casta, con una fuerte selección por la mediocridad, han hecho que esta cuota de sociedad civil sea inexistente en la derecha tanto como en la izquierda. Esta situación revista un notable peligro de principio reflejo conservador: profesionales de la política –alejados uno de la juvenil oposición y entrados otros directamente en el ruedo ibérico a través de las juventudes de los partidos- serán muy reacios a introducir reformas y provocar cambios que pondrían en riesgo sus situaciones y que introducirían un elemento de incertidumbre en sus propias vidas. Resulta difícil pensar en un escenario en que profesionales de la política abdiquen de su condición y modifiquen las pervertidas reglas del juego, para autoinmolarse y devolver la libertad política a los electores”.
   Los males eran muy profundos, muy de base, y el PP efectivamente, en sus dos legislaturas, no hizo nada por resolverlos. “El sistema proporcional favorece la fragmentación y la dictadura de las minorías y es una de las explicaciones de la creciente e imparable aparición de los partidos regionalistas y provincialistas”.
   “España padece de una inflación parlamentaria que ha llevado a que sea la nación democrática con más políticos per cápita. La descentralización pretendida a través de las autonomías no ha reducido la burocracia sino que la ha extendido y la ha incrementado. Cada autonomía ha tendido a generar su propio Estado con nuevos centralismos y el fortalecimiento de caciquismos locales”.
   Incluía al final de Privatizar las mentes propuestas concretas de lo que proponía como “Contrato con España”. Estas son, reproducidas textualmente:
-         Supresión de la financiación pública de partidos y sindicatos.
-         Modificación del sistema electoral. Establecimiento del sistema mayoritaria por circunscripción única.
-         Limitación a dos mandatos la permanencia en los cargos.
-         Elección directa del alcalde, a doble vuelta. Supresión de las dedicaciones exclusivas a los concejales.
-         Reforma constitucional para establecer el presupuesto equilibrado.
-         Obligatoriedad de que cualquier nuevo impuesto o incremento de los existentes precise de dos tercios de los votos del Congreso y del Senado.
-         Supresión de las subvenciones a las empresas.
-         Eliminación de las ayudas a la vivienda y liberalización del suelo.
-         Supresión del Plan de Empleo Rural.
-         Oferta de un Plan de Pensiones privado alternativo al estatal.
-         Privatización de la Seguridad Social a través de un sistema de bonos que permita al ciudadano la libre elección de su seguro médico (como la fórmula que tienen los funcionarios).
-         Puesta en marcha del cheque escolar en todos los niveles educativos.
-         Eliminación de toda subvención a la cultura, el arte y a los medios de comunicación.
-         Eliminación de los viajes del Inserso.
-         Supresión del Impuesto de Sociedades.
-         Eliminación de la llamada progresividad fiscal.
-         Eliminación de los impuestos a los llamados artículos de lujo.
-         Reducción del IRPF.
-         Cierre de las diputaciones. Potenciación del poder local.
-         Reducción de los diputados autonómicos.
-         Desamortización de edificios públicos.
    Todo esto, publicado en 1996. Lástima que no se pusiera en marcha entonces la regeneración social y política propuesta. Nos hubiéramos evitado el sufrimiento del presente y del inmediato futuro. Carezco de información suficiente sobre la política seguida en materia de montes, pero desde luego las mentes han seguido estatalizadas. Privatizarlas sigue siendo el reto.

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