sábado, 22 de octubre de 2011

Pedro Sanz declara que el estado debe ser mucho mas centralista



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Pedro Sanz pasó tres años en el seminario y bendice la mesa antes de comer. Sin em bargo, le cuesta comulgar con la parábola del hijo pródigo. El 22 de mayo logró su quinta mayoría absoluta con tres escaños más que en 2007. Lo que se llama arrasar. Pero en el primer Comité Ejecutivo del PP tras las elecciones «todo fueron alabanzas a los nuevos presidentes». Ni palabra sobre los dos más veteranos: Ramón Luis Valcárcel, el de Murcia, y él, de La Rioja.
«¡Podíamos haber perdido para que al menos nos hubieran nombrado!», bromea Sanz, que lleva dieciséis años al frente de la comunidad más pequeña y «al lado» de Mariano Rajoy, tan volcado en recuperar las regiones descarriadas hacia la izquierda, que a veces despierta celos entre sus alumnos aventajados. Aunque no le guardan rencor: «Es el único capaz de sacar a España de la crisis, como hizo Aznar tras González», asegura, rotundo, el gran reserva riojano.
—Visto cómo está la economía española y la deuda que arrastran las Administraciones, ¿volvería a gastar al mismo ritmo que lo ha hecho si pudiera dar marcha atrás?
—Ahora parece que la culpa la tienen las comunidades. Es fácil decirlo. Muchos parlamentos, muchos coches oficiales, muchos altos cargos... Pero las autonomías, todas, hemos dado ejemplo de buenos gestores. Somos los que menos aportamos al endeudamiento de este país. Y quien nos ha generado la cultura del gasto ha sido el Ejecutivo de España, no nosotros.
—¿En qué sentido?
—Si nosotros tenemos que devolver 204 millones de euros es porque el señor Zapatero dice ahora que me los dio de más, pero, cuando me los entregó, aseguró: «Toma esto. Te lo puedes gastar porque no se paga». Es lo que hemos hecho porque así se nos indicó. Quien tiene la responsabilidad de que la deuda creciera es el Gobierno de España. Si no, habríamos sido más cautos.
—¿Cómo devolvemos ahora la deuda sin mermar el Estado del bienestar?
—Depende del concepto de Estado del bienestar. Es cierto que hemos estado viviendo por encima de las posibilidades, pero servicios sanitarios, educativos o sociales son tres áreas en las que debemos mantener las prestaciones al máximo a pesar de todo. Quizá haya otras cosas que se puedan reducir. Como digo siempre, menos puentes y menos fiestas.
—¿Sin subir impuestos?
—Si pusiéramos los impuestos al mismo nivel de 1995, esta comunidad resolvería su deuda en una par de años, o menos. Pero nos vamos a endeudar más nosotros y menos los ciudadanos porque creemos que es mejor que el dinero esté en sus manos antes que en las de la Administración.
—Cuando escucha voces que abogan por reagrupar comunidades, ¿qué piensa el jefe de la más pequeña?
—Cuando vienen mal dadas, a veces llegamos a conclusiones fruto del acaloramiento... Creo que el Estado autonómico ha servido para fortalecer la identidad de los territorios, ha acercado el poder a los ciudadanos y ha fomentado una competitividad sana para tratar de mejorar. Estás pendiente de crecer en tu país, salvo alguno que ha entendido las comunidades como una forma de dividir España en diecisiete estados.
—¿No hay que reformar el modelo?
—Hemos de reflexionar. ¿Nos hemos pasado y hemos creado muchos organismos que no debíamos? Posiblemente. En La Rioja no tenemos televisión autonómica, y los parlamentarios no tienen dedicación plena ni sueldo. Reciben unas dietas mínimas, que no llegan a 6.000 euros al año.
—¿Pero hace falta tanto alto cargo?
—Quizá hemos mimetizado y trasladado la estructura del Estado a cada comunidad. Habría que ver cómo funcionar mejor con una estructura mucho más centralista para algunas cosas. Ese debate sí hay que abrirlo, es bueno; pero pedir deshacer el Estado autonómico es una decisión muy acalorada.
—¿Una estructura más centralista supone devolver competencias?
—Eso sería un fracaso del propio Estado autonómico. Otra cosa es que tengamos que analizar qué papel debe jugar el Estado. A lo mejor debiera dotarse de alguna norma un poco más básica que impusiese a las comunidades determinas condiciones. A lo mejor en educación el Estado debería decidir mucho más, y las comunidades tener más dependencia de él. A lo mejor es inviable hacer una sanidad cerrada a cada región. A lo mejor hay que hacer un poco más Estado y que la comunidades sean buenas administradoras. Se acabaría el riesgo de desmembrar el territorio. Quizá a alguno le moleste, pero el que no entiende que el Estado autonómico tiene mucho más de descentralización administrativa y de acercar que de generar un Estado mínimo en el conjunto del Estado no sabe de qué hablamos.
—¿Cómo se articula en la práctica?
—Hay que darle una vuelta al Senado, aunque nadie se atreve. Es una cámara de representación provincial, los senadores se eligen por provincias, pero podría ser autonómico. Puede ser el punto de encuentro donde se tomen decisiones vinculantes para todas las regiones y que cada comunidad no vaya por libre, sino que estemos todos implicados en el conjunto de España. Para que no se produzcan situaciones de desigualdad y agravios comparativos. Puede parecer una barbaridad, pero si lo analizas... Que cada Gobierno autonómico tenga un escaño propio, de modo que, si un tema afecta al área de obras públicas, el consejero de Obras Públicas ocupara ese escaño. Si tiene que ir el presidente, va el presidente. Habría representación autonómica tanto en el órgano ejecutivo como en el legislativo.
—¿El Gobierno de Zapatero ha primado al País Vasco frente a La Rioja?
—Buf... Con el tema del blindaje del Concierto Económico, vendió a los riojanos por siete votos para aprobar unos presupuestos. Clarísimamente, Zapatero ha buscado siempre su interés personal de mantenerse en La Moncloa. Es egoísta, ególatra. No piensa más que en sí mismo, ni siquiera en su propio partido ni en su gente, y así se encuentra ahora solo, totalmente aislado.
—¿Cómo ha sido su relación con el presidente del Gobierno?
—Sólo he hablado una vez por teléfono con el señor Zapatero, nada más tomar posesión. Me llamó él y me dijo que nos iba a tratar bien, que íbamos a tener una entrevista y no sé cuántas cosas más. Pero ni se pone al teléfono ni contesta las cartas. Es un maleducado.
—¿Qué les prometió?
—Ha prometido mil cosas en La Rioja y no ha cumplido ninguna. Ha vivido únicamente con aquellos que le daban votos para mantenerse en La Moncloa. No ha habido en este país un presidente que haya provocado tantos conflictos y enfrentamientos entre comunidades. La confrontación permanente ha sido su deporte.
—¿Sus relaciones con el País Vasco han mejorado con Patxi López?
—La verdad es que comenzó con buenos propósitos. Yo fui a su toma de posesión, y se comprometieron a normalizar las relaciones, pero al final solo lo hizo con Cantabria y Navarra. Ni con Castilla y León ni con La Rioja se ha cumplido el compromiso de plantear visitas institucionales. Quizá los recursos a las vacaciones fiscales motivaron esa situación. La relación está siendo como con un Ibarretxe más.
—¿Cómo valora la actitud del Gobierno socialista en el conflicto de las vacaciones fiscales vascas?
—Este Gobierno ha sido el único que nunca ha presentado un recurso contra una decisión del País Vasco. Si el señor Zapatero debe ser el presidente de todos los españoles, garantizar la igualdad y solidaridad de territorios, aquí ha cometido todos los pecados del mundo. No ha hecho absolutamente nada. Ha sido una actitud de apoyo al País Vasco y de silencios. En las últimas citas en el Tribunal de Luxemburgo, el abogado del Estado ha ido a defender a las diputaciones forales más que a toda España o a La Rioja. Al menos, podía haberse quedado callado.
Independencia judicial
—En relación con el Estatuto de Cataluña, Rubalcaba ha advertido que los tribunales no deberían contradecir la voluntad popular...
—Es lo más grave que se puede decir. Desde que oí a un fiscal general del Estado que la toga se mancha con el polvo del camino... Uno de los déficits importantes de este país es que la Justicia no es independiente, percibimos que puede estar contaminada políticamente. Es necesario que el judicial sea un verdadero poder independiente, autónomo, no tocado por los partidos. Todo lo que hemos vivido últimamente no es el mejor ejemplo. Supone una pérdida muy importante de seguridad jurídica y tranquilidad de los ciudadanos.
—Usted ha defendido siempre a Camps, con bastante más contundencia que la cúpula del PP.
—Paco siempre me ha parecido muy honesto y honrado, con muchos principios y valores, y yo no soy quién, por tanto, para juzgarlo. Creo que las circunstancias han sido injustas con él. A veces, los políticos manchamos y enredamos todo sin medir las consecuencias. Yo no sé cómo fue o no lo de los trajes, pero a lo mejor en un momento podría haber dicho: «Pues sí, me los han regalado, ¿y qué?». Y se habría acabado. A mí me ofrece confianza y credibilidad. Todos cometemos errores, y él, si los ha cometido, ha sido también lo suficientemente noble y caballero para asumirlos.

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