domingo, 30 de octubre de 2011

España



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España, la nación, se concentró en la Plaza de la República Dominicana de Madrid, con sus víctimas en vanguardia, pero en materia que afecta a todos los españoles, pues todos somos víctimas y el objetivo de la banda socialista terrorista ha sido y es destruir España, la unidad nacional, la convivencia.
La nación se concentró sin líderes, sin casta parasitaria, puesto que todos los partidos dieron la espalda, con asistencias a título personal de Jaime Mayor Oreja y Francisco Álvarez Cascos. Ni tan siquiera estuvo Esperanza Aguirre, que en ocasión anterior hizo una polémica y espectacular aparición ‘por sorpresa’.
Sin casta parasitaria, con escaso apoyo mediático (Radio Inter, Intereconomía TV, La Gaceta, Esradio), sin medios para cartelería, sin autobuses, sin financiación, la nación respondió, llenando la plaza y las calles aledañas, con una riada humana por Príncipe de Vergara.
Eso implica que España, la nación, rompió el falso consenso respecto a la mentira impuesta por la casta parasitaria respecto a la banda terrorista socialista; consenso que, como al comienzo de la transición, se estableció desde las más altas instancias estatales, y con escasas excepciones.
Eso implica que España, estableció una posición clara que compromete a los partidos, en cuanto la nación no está dispuesta a la traición y se sitúa como conciencia crítica, dispuesta a defender la unidad nacional, entendida como plenamente identificada con la libertad personal. España transciende a las posiciones políticas mediatizadas. Rajoy no puede ir contra esas aspiraciones profundas de la nación.
Fue una jornada decisiva. 


Enrique de Diego

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