miércoles, 19 de octubre de 2011

La pobreza aumenta y los comedores sociales no dan a basto





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España está sintiendo los efectos desgarradores de la pobreza a la que nos ha conducido la torpeza de José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno a la hora de gestionar la crisis económica.
El presidente sólo ha sabido adoptar una estrategia frente a la crisis económica: negarla. Primero negó su existencia y, una vez ganadas las elecciones, negó que los españoles fueran a padecer sus consecuencias gracias a su política social.
Por supuesto, ambas negaciones eran falsas; lo único que puede hacer un Gobierno para paliar las nefastas consecuencias sociales de una crisis es facilitar el proceso de ajuste de la economía, esto es, justo lo contrario de lo que ha hecho el Ejecutivo socialista. Y la consecuencia de esta política funesta ha sido el empobrecimiento de los españoles.
La desastrosa política económica de Zapatero ha situado el desempleo en el umbral de los cinco millones de parados, con una tasa superior al 21% que coloca a España como campeona del paro de la UE y de la OCDE. Un deterioro trágico que está lastrando el bienestar de la sociedad española a pasos agigantados.
Un reciente informe de la OCDE que analiza parámetros de salud, vivienda o educación en 40 países, sitúa a España a la cola de la Unión Europea en bienestar y en el último lugar en la clasificación de empleo. Varios son los datos preocupantes que evidencian la gravedad de la situación: uno es que la mitad de los parados son de larga duración; otro, que en 1,4 millones de hogares españoles todos sus miembros están en paro.
Dos logros en el haber de Zapatero producto de su negativa a acometer la imprescindible reforma laboral necesaria para dotar de flexibilidad a un mercado laboral rígido y tercermundista.
El empobrecimiento de España es galopante y consecuencia de la torpeza de nuestros gobernantes, que primero optaron por despilfarrar miles de millones de euros en las distintas versiones del Plan E, para después crear un PER a escala nacional para los parados de larga duración que perdieran la prestación por desempleo -la famosa paga de 420 euros-, un parche dirigido a frenar los efectos electorales que la pobreza y el paro podrían tener en los comicios futuros.
Otra falacia que evidencia que el gran problema de España no es padecer una crisis que afecta en mayor o menor medida a todos los países, sino soportar un Gobierno que siempre ha hecho lo contrario a lo que dicta el sentido común para salir de ella.
Por si esto fuera poco, ayer Cáritas Española advertía de que el número de personas en situación de pobreza y vulnerabilidad sigue aumentando en España y que la red pública de asistencia social "se ha erosionado y disminuido". Los números cantan: en 2010, Cáritas atendió 6,5 millones de peticiones de ayuda -un 4,3%más que el año anterior-, de las que dos millones han sido solicitudes de atención básica de emergencia en materia de alimentos, vivienda o atención sanitaria.
La ONG de la Iglesia católica ha aumentado en un 7,5% su inversión anual hasta llegar a casi 250 millones de euros, en un año en el que las aportaciones privadas -estas suponen el 65% del total- han aumentado en un 12% y las públicas -suponen el 35%- han disminuido ligeramente.
De estas ayudas sólo un 30% corresponden a personas que han solicitado ayuda por primera vez, mientras que el otro 70% corresponde a personas cuya situación empeora y se convierte en crónica por falta de soluciones. Esta es la herencia que nos deja el peor gestor económico de la democracia.

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