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El Partido Popular ha obtenido una victoria sin paliativos y el PSOE ha sufrido una derrota sin paliativos. Ese comportamiento es uniforme en toda la nación, con dos destacadas excepciones: Vascongadas y Cataluña, que plantean un grave problema nacional, que habrá que afrontar en el inmediato futuro, tras las elecciones autonómicas vascas a celebrar en 2013.
Una fecha lejana, porque los problemas de la sociedad española son de tan extraordinaria urgencia que la primera exigencia es que el relevo en el Gobierno se produzca de inmediato.
Aunque el resultado es contundente, da la impresión de que nuestros compatriotas no son conscientes de la hondura de la crisis de modelo en la que están inmersos y que se va a ir profundizando.
Aunque se van a reclamar pactos de Estado, ello no va a ser posible, porque la distancia entre partidos es muy grande y se ha intensificado en la campaña. El Partido Popular y Mariano Rajoy se tienen que dedicar a gobernar con una firmeza y una fortaleza que no han demostrado en la campaña y que tampoco aflora con nitidez en su programa.
Da la sensación de que los españoles de esta época no tienen capacidad para afrontar la crisis y están aún bastante indefensos ante procesos de propaganda. Cuando se impone una idea totalitaria y cuenta con el monopolio de los medios, como sucede en Cataluña, se llega al absurdo de que los votantes están dispuestos a morir sin hospitales pero manteniendo las embajadas. También una campaña orquestada de manera general los deja indefensos, como en relación con ETA, sin percibir que el peligro mayor de los totalitarios no estriba en cuando están en la clandestinidad, sino cuando alcanzan el poder.
Pero al margen de los resultados, el hecho es que el modelo político actual no es sostenible. La economía impone una racionalidad a la que nadie puede sustraerse. Las autonomías no son sostenibles. El aparato gigantesco del Estado no es sostenible. No puede sobrevivir la sociedad con este modelo político de casta parasitaria. Es preciso, es imprescindible un gran proyecto nacional superador, ilusionante, que permita la salida al tremendo atolladero en el que nos encontramos y que ha ido siendo labrado durante décadas. Es el proyecto que he planteado con toda claridad en mi libro “Para salvar a España”, y para el que os solicito todo el apoyo. Ese proyecto ha de plasmarse en la práctica como oferta mayoritaria en una hoja de ruta de dos años
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