Antes y después del 38 Congreso Federal, 3, 4 y 5 de febrero en Sevilla, los «barones» del PSOE se enfrentarán al dictamen de la militancia, contraria a cualquier «apaño» para tapar el 20-N. Y ninguno de ellos quiere perder el «sillón», por más que le convenga Rubalcaba, Chacón o la «tercera vía», que todavía no se deja ver aunque todo el mundo hable de ella. Del 16 al 29 de enero, celebrarán los llamados «congresillos» para elegir a los 969 compromisarios de toda España que asistirán al cónclave en representación de los 230.000 militantes. Tradicionalmente, el «congresillo» ha sido escenario para medir la fuerza del líder territorial y eventualmente ajustar cuentas los críticos. Un aviso con consecuencias orgánicas en el respectivo congreso regional, inmediatamente posterior al federal.
Ese temor, y el hecho de que el voto de los 969 delegados para elegir secretario general del PSOE sea individual y secreto, que favorece el clima para un nuevo «Zapatero», explica el mutismo de los mandatarios. Bien lo saben Rubalcaba y Chacón, quienes miden al milímetro cada movimiento porque saben que queda una larga campaña, máxime si se acogen a la figura del «precandidato». Por eso, más que medir sus respectivos apoyos orgánicos, que ninguno se lo dio, lo que hicieron ayer fue mirarse de reojo codo con codo como están sentados en las reuniones de Comité Federal.
Ese temor, y el hecho de que el voto de los 969 delegados para elegir secretario general del PSOE sea individual y secreto, que favorece el clima para un nuevo «Zapatero», explica el mutismo de los mandatarios. Bien lo saben Rubalcaba y Chacón, quienes miden al milímetro cada movimiento porque saben que queda una larga campaña, máxime si se acogen a la figura del «precandidato». Por eso, más que medir sus respectivos apoyos orgánicos, que ninguno se lo dio, lo que hicieron ayer fue mirarse de reojo codo con codo como están sentados en las reuniones de Comité Federal.
Uno de los apoyos de Chacón recordaba que en el 2000 Zapatero no aclaró si se presentaría como candidato a la Secretaría General hasta que estuvieron elegidos los delegados al 35 Congreso y que, por tanto, ayer no era el momento. Aún así, y como uno usa las armas que tiene a mano, Rubalcaba quiso exprimir su condición de candidato a la Presidencia del Gobierno. No solo informó al inicio del debate sino que hablo al final «como si fuera ya secretario general», dice algún partidario de Chacón suspicaz.
Todos el mundo salió convencido de que Rubalcaba presentará candidatura ya. La incógnita es cuándo lo hará su rival. Daniel Fernández, que ejerció de portavoz del PSC en el Comité Federal porque José Montilla no habló, dijo a los periodistas que ve a la ministra de Defensa «con ganas de jugar un papel activo en el Congreso del PSOE». Ayer, no solo Fernández sino algún otro secretario general admitieron oficiosamente que ya reconoce que se presenta. Y no podrá aguantar mucho tiempo más como candidata «oficiosa» si no quiere que Rubalcaba le coja ventaja entre las bases. Los críticos con el candidato salían ayer satisfechos porque creen que a Rubalcaba se le frustró la supuesta «aclamación» orgánica que le habían preparado los «barones» afines en el Comité Federal.
La tercera vía
Guillermo Fernández Vara, el secretario general de los socialistas extremeños, no hizo ayer mención a la «tercera vía» que propugnó en declaraciones a la prensa el día anterior. Se limitó a advertir que la debacle del 20-N no se puede solventar con un análisis sólo en base a la crisis y alertó de que el PSOE no puede ser un partido «viejo». Tampoco habló el alcalde de Toledo, Emiliano García Page, que está saliendo en alguna de las últimas «quinielas» como exponente del PSOE más «español» que querría José Bono. Ayer, el que fuera todopoderoso barón manchego llegó a Ferraz e hizo declaraciones para pedir un PSOE más «español».
No hay comentarios:
Publicar un comentario