martes, 29 de noviembre de 2011

Las llaves de la despensa



                                                               
El disparate del Gobierno en funciones debe finalizar a la voz de ya. No sólo es que estemos ante el disparate de que haya ese Ejecutivo en funciones, sino que en sí ese gabinete es un homenaje al estropicio y a la estulticia. No pueden estar un día más en Moncloa ni Zapatero ni esa cohorte de mariachis que se hacer pasar por ministros, pero que en realidad sólo están a lo que están, es decir a ver como pueden seguir beneficiando a los amigos, mientras el país, España, se desangra por los cuatro costados. Está claro que a Rajoy no es que le vayan a dejar telarañas en la caja, es que directamente no va a haber ni caja.
Nuestra legislación, lamentablemente, es muy laxa en determinados aspectos y en lo que toca al poder, desde luego, es demasiado permisiva porque, evidentemente, mal está que alguien permanezca un mes en el cargo cuando hay un partido que ha ganado las elecciones y además con mayoría absoluta, pero que encima durante esa cuatro semanas se produzca un asalto a esa peculiar lata del gofio, a los pocos fondos que quedan para repartirlos, en este caso, entre los amigos de la memoria histórica o comprometer hasta el 2013 unas generosas dádivas de ayudas al desarrollo estipuladas en unos 25 millones es, como poco, una atrocidad moral que revisten de la legalidad, pero que desde luego no pueden camuflar su inmoralidad.
La memoria histórica, desde la perspectiva del PSOE de Zapatero, sólo ha traído malas noticias para España. Primero, se han reabierto viejas heridas que había quedado cicatrizadas, a más de uno sólo le ha faltado desenterrar la corneta del tatarabuelo y el fusil de asalto para empezar a liarse a tiros en el viejo Belchite o en Brunete. En segundo lugar, se ha conseguido finiquitar la carrera del juez Garzón quien, en el colmo de un alucinamiento sin precedentes, llegó a solicitar el certificado de defunción de Franco y, como tercer aspecto, pero no menos importante, el revolver en tumbas, fosas y túmulos nos ha costado a los españoles una pasta gansa.
Aquí los Zapatero y compañía han dilapidado capitales como si no costase, pero lo peor es que después de perder unas elecciones han seguido (y seguirán) metiendo mano hasta donde puedan. Da miedo coger el BOE y llegar al capítulo de subvenciones y dádivas diversas porque la sorpresa y el soponcio pueden ser tremendos a partes iguales. Por eso hay que forzar por ley que ante una mayoría absoluta no estamos para juegos cortesanos de traspaso de poderes durante un mes, pero mucho menos que el perdedor siga teniendo la mano de la despensa.
Juan Antonio Alonso Velarde

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