martes, 8 de noviembre de 2011

Rubalcaba asume publicamente que Rajoy sera el proximo presidente


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El líder popular acusa al candidato socialista de “mentir” y lanzar “insidias” sobre sus propuestas y no tener “pudor” del pasado. Mientras que Rubalcaba centra su discursos en las "ambigüedades" del programa electoral del PP.
No, 90 minutos no sirvieron ayer para dar la vuelta a las consecuencias de años de Gobierno, tal y como preveían numerosos dirigentes del PP. Tras un debate electoral más que sobredimensionado durante los días previos, a conveniencia de Alfredo Pérez Rubalcaba (la de ayer fue su última gran ocasión de lograr un milagro en campaña), Mariano Rajoy salió como había llegado, como el próximo presidente del Gobierno que pronostican todos y cada uno de los sondeos.
El candidato del PP se dedicó a evidenciar la “urgencia” de un cambio que, básicamente, remedie el drama de los cinco millones de parados. Sin llegar a la concreción que le pedía inquisitorialmente un Rubalcaba que parecía asumir su derrota, Rajoy expuso el grueso de sus reformas. No concretará más en lo que resta de campaña y no lo hará hasta no saber con exactitud la herencia que encontrará.
Rubalcaba, por su parte, utilizó su tiempo para sembrar dudas razonables sobre el calado de las medidas de un futuro Gobierno de Rajoy entre juicios de intenciones varios. Todo, como si lo ocurrido en los últimos ocho años –decretado de mayo de 2010 incluido– no fuese con él en modo alguno. Asimismo, el candidato del PSOE se afanó en tratar de sacar los colores a Rajoy en un renunció que no se produjo.
Rajoy, que llevó la lección bien aprendida para remarcar que el candidato no es más que la continuación de Zapatero, desestabilizó a Rubalcaba nada más comenzar el debate. “Señor Rodríguez Zapa... perdón quiero decir Pérez Rubalcaba”, le espetó en un lapsus intencionado para dejar claro que tanto da uno como otro, tanto ha hecho el todavía presidente del Gobierno como quien ha sido su vicepresidente hasta el verano pasado.
A Rubalcaba no le quedó otra, ante la perspectiva de que le convirtiesen el debate en un recordatorio de amplio pasado político, que convertir el cara a cara en una suerte de entrevista para que se hablase más de lo que Rajoy piensa hacer que lo que el candidato socialista ha hecho cuando en el actual Gobierno.
Interrogaba tanto Rubalcaba en sus turnos de intervención, llevaba tanto el debate al terreno de la entrevista, que Rajoy no tuvo otra que llamarle al orden y reventar cuando le tocaron lo que para él es no es negociable: las prestaciones de los parados. “Usted miente y deja caer insidias, algo que conociéndole, no me sorprende”, le dijo un Rajoy dispuesto a continuación a dejar claro: “Yo no ayudaré a los bancos con dinero público como sí hicieron ustedes”, “yo no congelaré las pensiones como sí han hecho ustedes”.
Programa e insidiasComo sea que Rubalcaba va por detrás en las encuestas, el candidato socialista le lanzó, página tras página, el programa electoral al líder del PP. Tanto que por momentos el debate se antojaba en una futura sesión de control al futuro Gobierno.
El socialista trató de que le explicará línea a línea el programa, presumió de conocerlo mejor que Rajoy y acabó acusándole de echar sobre sus propuestas un “velo de silencio”. Fue ahí donde el candidato popular acusó al socialista, una y mil veces, de lanzar “insidias, insidias y más insidias”. No le faltaba razón, porque Rubalcaba se empeñó tanto en estar al ataque a la búsqueda de un gran renuncio del popular, que dejó pasar el debate casi sin explicar sus propuestas, dando la impresión constante de que hacía ya un papel más de oposición que de un aspirante a llegar a la Presidencia.
“Cállese”, llegó a decirle el candidato socialista al popular. “No estoy de acuerdo”, le llegó a apuntar al moderador, Manuel Campo Vidal, con un papel mucho menos activo en este nuevo modelo de formato más abierto. El debate abrió un pim-pam-pum, poco habitual en otras ocasiones, que concluyó en tablas dialécticas y en un sonoro fracaso para Rubalcaba. Todo terminó como empezó.
Con Rajoy recordando que es necesario un cambio porque la situación, heredada de Zapatero y Rubalcaba, se hace “insostenible”; porque los trabajadores de este país merecen “un puesto de trabajo”; y porque, en fin, hace falta que se imponga “el sentido común tras años en los que primero negaron la crisis, después vieron brotes verdes y al final aplicaron decretazos”.
Sobre la lucha contra el terrorismo, ni una sola discrepancia. Hasta el punto de que Rubalcaba, que sacó la materia, volvió a aceptar implícitamente su derrota en las urnas manifestando que “lo de ETA está encauzado. Hay que felicitar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a las víctimas. Y pase lo que pase le ofrezco mi colaboración”. Por su parte, el candidato del Partido Popular se mostró absolutamente conciliador en la materia y también apeló a la unidad sin ahondar en detalles.
Por último, en un debate en el que ya estaba todo dicho y en el que Rubalcaba dejó pasar la que se supone que fue su última gran oportunidad, ambos se dirigieron a cámara para pedir el voto. Si Rajoy apeló a la “urgencia” de la crisis y el paro, reconociendo que la tarea no será fácil, Rubalcaba hizo lo propio tratando de movilizar a su electorado. Y prosigue la campaña.

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