martes, 15 de noviembre de 2011

Patinazo del PP en Cataluña


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Se temía, se barruntaba, se especulaba y hasta se conjeturaba con el hecho de que la elección de Jorge Fernández Díaz como número uno del Partido Popular por Barcelona se correspondía con una estrategia de Mariano Rajoy de no hacer ’daño’ a los nacionalistas más recalcitrantes y más desapegados a la hora de ir a votar el 20 de noviembre. En definitiva, la táctica de Génova era sencilla, no repetir los errores del pasado, no resucitar un Vidal Quadras que te reste votos y que del famoso ’Pujol enano, habla castellano’ haya que pasar luego al ’Aznar habla catalán en la intimidad’.
Las encuestas le van sobradamente bien a la formación de la gaviota y no se quiere que nadie se salga de las tesis oficialistas, en campaña nada de meterse con los nacionalistas por un doble motivo. Primero, porque eso puede restar votos y, en segundo lugar, porque nunca se sabe a ciencia cierta qué puede pasar el domingo, si la gente al final irá en masa a votar y, por tanto, dejar la holgada mayoría en una victoria menos honrosa y, por tanto, precisar de apoyos puntuales. De hecho, el temor en Génova sigue persistiendo a pesar de esas gloriosas encuestas que han surgido como setas en las últimas semanas.
Sin embargo, en el PP no prevén que esa estrategia de no hablar de conflicto idiomático en Cataluña es perniciosa y perjudicial porque al igual que consigues no cabrear a esos catalanistas convencidos, también se lograr poner al riesgo de un colapso coronario a quienes consideraban que el Partido Popular era el paladín de la defensa de la convivencia entre castellano y catalán y no esa formación que, de repente, se adhiere a las tesis nacionalistas de que no existe conflicto alguno. Vamos, de milagro no ha hablado el señor Fernández de que el castellano ha borrado del mapa al catalán.
En fin, a estas alturas tampoco podemos sorprendernos de las salidas de Jorge Fernández Díaz, un político taimado, de perfil tan bajo que llega a ser un huecorrelieve, alguien incapaz de matar una mosca, ni con insecticida ni a cañonazos, y, por supuesto, alguien que no quiere líos con el nacionalismo. Decir amén a las tesis de CiU sobre el idioma es, cuando menos, una falta de respeto a los castellanohablantes. Quizá empecemos a comprender por qué el PP no sube ni a tiros en Cataluña.

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