jueves, 8 de diciembre de 2011

Aclarar el caso Faisán, caiga quien caiga




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Reproducimos el capítulo del libro de Enrique de Diego, “PARA SALVAR A ESPAÑA”, en el que exige a Mariano Rajoy la aclaración completa, y la depuración de responsabilidades, del chivatazo a ETA:
El 4 de mayo de 2006 en el bar Faisán, de Irún, se produjo en términos penales, un delito de colaboración con banda armada y, en términos morales, una abyecta traición a la Patria. Policías españoles dieron el chivatazo, a la trama financiera de ETA encargada de la recaudación del chantaje a los empresarios, de que iban a ser detenidos en una operación policial, coordinada por el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska. Un policía español entró en el bar y pasó con su móvil al etarra Joseba Elosua a un superior para confirmarle que era objeto de seguimiento y que iba a ser detenido de inmediato, dándole indicaciones para sortear el cerco. Si una actuación de este tipo sería delirante respecto a una banda de delincuentes comunes, el chivatazo revestía una gravedad para cuyo calificativo es difícil de encontrar el término apropiado, porque ETA ha asesinado en su historia a cientos de policías españoles, compañeros de quienes se prestaban a colaborar con los terroristas. Era un agravio directo a la memoria, la dignidad y la justicia de las víctimas. El chivatazo pudo descubrirse porque, en su huida a Francia, con 54.000 euros para la banda, el etarra Joseba Elosua mantuvo una conversación por su teléfono móvil, sin sospechar que su coche estaba balizado con una chicharra, con un micrófono oculto. Elosua mostraba reiteradamente su extrañeza de que hubiera sido puesto en antecedentes de su inminente detención por la txakurrada; perros, policías, en el argot de los etarras.


Ese día estaba prevista una reunión en el Palacio de La Moncloa entre el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero y el entonces presidente del PNV, Josu Jon Imaz. Dentro de la operación iba a ser detenido el dirigente del PNV, Gorka Aguirre, pieza clave de las finanzas de ETA. Es obvio que la detención en ese contexto representaba un serio contratiempo en lo que el nefasto gobierno socialista había denominado como “proceso de paz”. Si bien ese fue, manifiestamente, el detonante, también influyó el contexto general de que la negociación fuera el elemento estrella de la política gubernamental; un empeño personal del nefasto presidente del Gobierno anterior, quien había indicado a diferentes interlocutores su convicción de que las conversaciones llegarían a buen término porque había un presidente de izquierdas con capacidad de interlocución con una banda terrorista de izquierdas. Y más allá, el hecho de que ETA de alguna manera ha formado parte del sistema, ha sido necesaria para el sistema, en especial para los diferentes partidos nacionalistas, que han encontrado en el ‘conflicto’, alimentado artificialmente por los asesinos nacionalistas de ETA, una justificación a sus reivindicaciones. Es muy posible que buena parte de la financiación de la banda terrorista haya corrido a cargo o haya sido facilitada por el PNV.


En una estructura jerarquizada como el Cuerpo Nacional de Policía es obvio que una decisión tan grave como informar a los terroristas de su decisión no se toma sin órdenes superiores a lo largo de toda la cadena de mando. Y esa cadena de mando, por lo delicado y lo grave de la materia, pasaba a través del Ministerio del Interior hasta el propio presidente del Gobierno. Es preciso volver a reiterar la fecha en que se cometió el delito: 4 de mayo de 2006, para extraer una conclusión inmediata: sus responsabilidades siguen sin depurarse, porque el Estado de Derecho en su conjunto ha fallado y en vez de perseguir el delito, ha dedicado todos sus esfuerzos a dejar en la impunidad a los delincuentes y traidores a la Patria. El nefando Baltasar Garzón utilizó el secreto del sumario no para investigar, como establece la Ley, sino para perpetrar una oscura ocultación; cuando la Guardia Civil elaboró un informe en el que detectaba un inusual tráfico de llamadas entre la zona del bar Faisán y la sede del partido socialista en Ferraz, con el jefe de seguridad de ese partido, Enrique Mariscal, con el secretario de organización, José Blanco, y con Presidencia del Gobierno, en el Palacio de Moncloa, el juez felón apartó a la Benemérita del caso; mantuvo, además, a Carlos Germán al frente de la investigación, cuando, siendo el encargado del operativo en torno al bar Faisán el día de autos, debía ser, a su vez, objeto de investigación. Para que a los españoles no se nos haya evitado ni un motivo de oprobio, el fiscal pidió el archivo del caso y en la Audiencia Nacional se han producido escandalosas estrategias para remitirlo a algún juzgado de Irún, pasando por encima de la evidencia de la manifiesta y patente colaboración con banda armada. El Ministerio del Interior no abrió ninguna investigación interna, como es norma. ¿Cómo iba a hacerlo si un paso tan denigrante no pudo haberse dado sin el conocimiento y la orden expresa de Antonio Camacho y de Alfredo Pérez Rubalcaba?


Usted, señor Rajoy, debe aclarar el caso Faisán si quiere resultar creíble. Debe hacerlo por patriotismo y amor a la justicia. Los españoles están hartos de cambalaches y componendas entre los políticos profesionales de las cupulocracias, mediante el corrupto planteamiento de hoy por ti, mañana por mí. No puede repetirse la historia de la no desclasificación de los papeles del CESID. El caso Faisán es la piedra de toque de la dignidad nacional, porque en él se acumula toda la pus de las diferentes degradaciones del sistema, porque la depuración de responsabilidades implica la exorcización de todo el mal acumulado. Del chivatazo surgen todas las ulteriores cesiones a la banda terrorista que conducen a la sumisión del Tribunal Constitucional y la permisividad respecto al acceso de los etarras a las instituciones; cuestión clave para permitir la supervivencia de ETA, necesaria para ese sistema que precisa ser desmantelado. Hemos sido y merecemos volver a ser una gran nación, de hombres libres y dignos, orgullosos de ser españoles, de pertenecer a una Patria donde la traición nunca ha quedado impune. Usted, señor Rajoy, debe aclarar, de una vez por todas, el caso Faisán, caiga quien caiga.

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