lunes, 19 de diciembre de 2011

El Tonto contemporáneo



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Se me ha dicho, como una especie de amenaza, que Intereconomía ha hecho acopio de mis programas para establecer la acusación de que he proferido insultos. En estos tiempos, mucha gente no sabe diferenciar entre una descripción y un calificativo y un insulto y tampoco entre ese calificativo referido a una opinión o aserto y la persona que lo emite. No es un insulto calificar de incompetente a Zapatero ni de mentiroso a PedroJ referido a sus delirantes tergiversaciones en relación con el asesino Zougam. Mariano Rajoy tildó a Zapatero de “bobo solemne”. En los muchos años de trabajador de Intereconomía sólo he tenido una denuncia, muy peculiar, de José Bono y ha sido justamente sobreseída por el Juzgado. Con todo el sufrimiento que se está infringiendo a los pequeños empresarios, a los trabajadores, a las familias, a las personas, la denuncia del saqueo y el atropello es un deber ético que no he eludido buscando mi medro personal.
Lo que no he hecho nunca ha sido llamar cocainómano aun padre de familia, sin prueba alguna, en vacío. Nunca he proferido, por ejemplo, ni un insulto, ni un calificativo peyorativo o vejatorio alguno hacia las hijas, menores, de Zapatero, como se hizo de manera irresponsable y agresiva en varios programas de Intereconomía. Estuve presente en uno y me manifesté con total respeto, sin participar en la innoble cacería de dos jóvenes sin responsabilidad pública.
Me resulta, en todo caso, molesta la hipocresía. Me parece un insulto, también a la inteligencia, mantener, con carácter diario como sección, bajo la supervisión de Carlos Dávila, una titulada “El tonto contemporáneo” dos cojones, como tantas veces se ha expresado en lenguaje tabernario propio del pensamiento testicular, en la portada de “La Gaceta”. Ahí sí que insulta como norma.
Enrique de Diego

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