El problema de las teorías conspiracionales es que hacen enloquecer a quienes las proclamas y las sustentan. Les hacen derivar hacia un clima de secta en el que se siente seguros y, al tiempo, incomprendidos, pero en el que van sumiendo cada vez más como un delirio. El tal Losantos, uno de los personajes que ha hecho más daño a la causa de España y a las clases medias con sus mentiras y manipulaciones sobre el 11-M, se ha ido hundiendo en su propia teoría conspiracional, de modo que ahora ha desarrollado una ya más completa y universal, en la que el único protagonista es él. Básicamente, hay una gran conspiración nacional contra Losantos y ese parece ser, para él, egoísta compulsivo, el gran y único problema en una nación con cinco millones de parados y con un gravísimo problema de crisis de modelo que está arruinando a las clases medias.
Se trata de la conspiranoia megalómana de un personaje lleno de complejos, que ha dado más vueltas y más bandazos que una peonza, pero que siempre ha adoptado el tono dogmático, censor y sectario de los mediocres y los maricomplejines. Con esos delirios conspiracionales, Losantos arrastra ahora su triste figura de apestado, al que han ido abandonando todas las personas a las que manipuló, incluido todo un sector del PP que, por seguir los dictados de tal cantamañanas, se ha agostado y ha perdido toda su fuerza e influencia.
Clases Medias
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