59536 es el peculiar número de lotería de Navidad que Zapatero nos deja antes de marcharse definitivamente del Palacio de la Moncloa. No es, desde luego, el número que compraría cualquiera, sino aquellos que pasan a engrosar la cada vez más engordada cifra del paro en España y que se dispara ya, según los datos oficiales, a los 4,4 millones y la tendencia en los próximos meses, ya con Mariano Rajoy en la Presidencia, es la de seguir incrementándose porque van a irse a la calle una legión de cargos de confianza, personas puestas a dedo, que, según cuentan, pueden superar fácilmente unas cuantas decenas de millar.
Está claro que con ZP en el Gobierno sólo hemos sufrido una constante política de la improvisación, de repartir dinero a espuertas, de despilfarra lo que no había en onerosos y cuantiosos planes E, un escenario pornográfico en el que no importaba gastar mucho más por lo mismo exactamente que otros pagaban la mitad. Aquí no ha habido preocupación por la generación de empleo. ¿Para qué, además? Si el buenismo de estos socialistas ha consistido básicamente en dar propinas por rascarse la barriga. El equipo económico de Zapatero ha conseguido crear en España un PER a la andaluza, pero muchísimo más costoso.
Por supuesto, siempre habrá quien haya rechazado la ‘generosa oferta’ de los 426 euros en aras de buscar una ocupación con la que sentirse realizado y, de paso, ganar más que con ese curioso trabajo de no hacer absolutamente nada, sino esperar al 10 de cada mes para percibir una limosna que apenas da para alimentar una boca (y eso sin tener en cuenta una serie de gastos como pagar el alquiler, el teléfono o la letra del coche, que entonces no da ni para eso). Sin embargo, lo preocupante es que hay personas que piensan que la bicoca es esa, la de recibir cuatro euros a cambio de no hacer absolutamente nada (salvo votar al PSOE cada cuatro años, claro).
Desde luego vienen tiempos difíciles para el nuevo inquilino de La Moncloa, va a tener que afrontar una situación caótica y, sin líquido disponible va a tener que ser capaz de contentar a quienes precisan de unas ayudas de manera inaplazable a la par que logra contener el gasto público o recortar de donde sea. La fórmula va a estar en saber dar los pasos necesarios y correctos para la generación de empleo, que es lo único que puede hacer levantar España en estos mismos momentos. Pero el mensaje claro y evidente debe ser el de que aquí se acabaron las prestaciones como modo de vida. De eso nada, el concepto ha de ser justo el inverso, que las ayudas se den por mor de una formación reglada y obligatoria, no para disfrutar alegremente de la holganza.
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