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Llevamos dos años en que los dirigentes políticos de la decaída Europa marchan detrás de los acontecimientos, utilizando paliativos, para intentar generar la ficción de que son capaces de sostener un modelo que ha fracasado en toda regla y que es insostenible, que se cae a pedazos, y corre el riesgo de sumir en la ruina a las sociedad y en la indigencia a las personas.
Por fin, se ha abandonado las tácticas de márketing, las reuniones febriles, los encuentros agitados, para abandonar la retórica y empezar a utilizar el lenguaje de la realidad, El encargado de lanzar el mensaje de que es preciso volver a cordura y caminar por las sendas del sentido común ha sido Nicolás Sarkozy, quien ha puesto en claro lo que algunos venimos proclamando desde hace tiempo: la deuda es una estafa que defrauda a las generaciones futuras y esquilma a las clases medias. Es preciso volver al trabajo, al esfuerzo, al sacrificio.
Sarkozy no ha abandonado ese gusto por la retórica que identifica a los políticos del presente y ha hablado con énfasis de “refundar Europa”. La realidad es más sencilla y, por tanto, más complicada. Es preciso desmantelar Bruselas. Se ha pasado del Tratado de Roma, de libre comercio, a la quimera de la unidad política, para la que el paso previo era la unidad monetaria, mientras la burocracia y el Estado no han hecho otra cosa que incrementarse. Los burócratas de Bruselas se han multiplicado y cobran libres de impuestos, como los eurodiputados. Una zona de libre comercio precisa poca burocracia, pero Bruselas se ha convertido en destino para políticos fracasados y jubilados, que predican las fórmulas que no pusieron en marcha en sus naciones durante sus mandatos y que hace tiempo debían haber abandonado la vida pública como Durao Barroso o Joaquín Almunia.
Algo similar sucede en España. Ya se está visualizando a Mariano Rajoy como presidente y sus primeros pasos, marcados por la prudencia característica de Rajoy, se mueven en la línea del diálogo. Todo indica que esa será una fase con recorrido no excesivo, porque los problemas son tan graves que es preciso un gobierno que gobierne sin atender a los compromisos de los agentes sociales, ni a los intereses de los barones del PP.
Ya le he indicado a Rajoy en “Para salvar a España, carta a Rajoy”, que ha de anteponer los intereses de España a los de su partido. No es posible evitar duplicidades con las autonomías, y generar una comisión para la materia es intensificar la duplicidad, porque las autonomías son la duplicidad en sí misma. La cuestión es que el PP manda y está instalado en las autonomías, pero las autonomías son insostenibles, son el cáncer de España. Asumirlo cuanto antes es poder entrar en la solución, en la salvación. Porque de eso se trata de salvar a España.
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